LAS PELÍCULAS EN LA VIDA REAL
Será solo mi macabra obsesión por encontrarle significado a todas las cosas producida por mis clases de semiótica en la licenciatura en comunicación o creo que al fin y al cabo cada cosa que veo en el cine se vuelve inmediatamente en mi contra.
En los últimos días (por fin) vi Casablanca, obra maestra de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman (Las piernas más largas de Europa del Este); sobra decir que los diálogos son perfectos y milimétricamente calculados al punto de que cualquiera en su vida podría sentirse identificado con cualquiera de esos personajes. Obvio todos los caballeros, o por lo menos lo hombres de preferencias heterosexuales, se sentirán identificados con el personajes de MrBogart: el muy chingón Rick Blaine, pero verlo tan triste en su bar, acompañado de Sam, el negrito del piano (Chequen la referencia en Kill Bill Vol 2, chingonsísima ca'on) es conmovedora, aquí la escena sin subtítulos.
Pero, sin demeritar esta obra, mi favorita y la más referencial en mi persona es sin lugar a dudas Anie Hall, película con la que Woody Allen (mi gran master cinematográfico) se ganó el Oscar a mejor Guión origina, mejor director y mejor película y a la actriz Diane Keaton la estatuilla a la mejor Actriz de reparto. El chiste de la apertura de la cinta en lo más parecido a mi vida que hay, y de hecho está entre los mejores minutos de mi acervo cinematográfico , tanto que esa la compré original y no con un parche en el ojo.
Pero al fin y al cabo, creo que mi vida y mis andanzas solo pueden ser reveladas con un poco de Cheech & Chong, los dos mariguanos más famosos de los Estados Unidos, uno chino y uno más (tenía que ser) mexicano, emigrado de los campos de Michoacán. No puede haber algo más gracioso, sobre todo porque he vivido cosas muy parecidas, chequen la cara de Cheech (el wey que va manejando) cuando Chong le enseña el porro que se van a fumar:
La vida en el cine... a veces, casi siempre, la realidad sobrepasa a la ficción
En los últimos días (por fin) vi Casablanca, obra maestra de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman (Las piernas más largas de Europa del Este); sobra decir que los diálogos son perfectos y milimétricamente calculados al punto de que cualquiera en su vida podría sentirse identificado con cualquiera de esos personajes. Obvio todos los caballeros, o por lo menos lo hombres de preferencias heterosexuales, se sentirán identificados con el personajes de MrBogart: el muy chingón Rick Blaine, pero verlo tan triste en su bar, acompañado de Sam, el negrito del piano (Chequen la referencia en Kill Bill Vol 2, chingonsísima ca'on) es conmovedora, aquí la escena sin subtítulos.
Pero, sin demeritar esta obra, mi favorita y la más referencial en mi persona es sin lugar a dudas Anie Hall, película con la que Woody Allen (mi gran master cinematográfico) se ganó el Oscar a mejor Guión origina, mejor director y mejor película y a la actriz Diane Keaton la estatuilla a la mejor Actriz de reparto. El chiste de la apertura de la cinta en lo más parecido a mi vida que hay, y de hecho está entre los mejores minutos de mi acervo cinematográfico , tanto que esa la compré original y no con un parche en el ojo.
Pero al fin y al cabo, creo que mi vida y mis andanzas solo pueden ser reveladas con un poco de Cheech & Chong, los dos mariguanos más famosos de los Estados Unidos, uno chino y uno más (tenía que ser) mexicano, emigrado de los campos de Michoacán. No puede haber algo más gracioso, sobre todo porque he vivido cosas muy parecidas, chequen la cara de Cheech (el wey que va manejando) cuando Chong le enseña el porro que se van a fumar:
La vida en el cine... a veces, casi siempre, la realidad sobrepasa a la ficción
Casablanca, Annie Hall, ante las dos me quito el sombrero.
En vacaciones (sospecho que no será antes) tenemos que juntarnos y cmpompartir unas chelas con Humphrey y Woody (yo llevo Casablanca) y hablar de las chicas y de lo mal que nos tratan. Aunque las quejas sean en vano y las sigamos buscando porque necesitamos los huevos.
Tal vez hasta podamos jugar algo de XBOX y lamentarnos del estado del mundo, quién sabe, tal vez pueda ser el principio de una bella amistad...
Saludos, me da gusto que hayas vuelto a escribir en tu blog.
Alfonso